El Último Unicornio y los Dos Corazones de Peter Beagle




Hace muchos, muchos años, cuando mi hermano y yo éramos pequeños, él se fue a pasar un verano a a casa de nuestra abuela y nuestros tropecientos tíos. Al volver de tamaña experencia me contó que había visto una película de dibujos sobre un unicornio y un toro rojo. Y así fue mi primer contacto con una de las historias más bellas, tristes y honestas que haya conocido jamás...

No fue hasta muchos muchos años después, con la llegada de internet, que pude ver por fin la dichosa película, que se ve que fue un éxito en su día aunque en España no se le haya hecho mucho caso. Y a pesar de que me fascina de verdad y siempre formará parte de mí, sólo la había visto desde entonces un par de veces, quizá tres. También conseguí el libro, por casualidad, en una tienda de segunda mano. Y aunque me encanta sólo lo he leído completo una vez.

Me disponía a pasar unos cuantos años más sin acercarme a la historia, hasta que el pasado San Valentín el Speedy me regaló el DVD y lo disfrutamos junticos. Haría fácilmente diez años que no la había visto y aún así me acordaba de muchas frases... y no creo que la vuelva a ver hasta dentro de unos cuantos años más. Incluso he sacado el libro con ánimo de leerlo y tampoco creo que lo haga.

El Rey Haggard en el momentazo de su discurso

¿Por qué? Pues porque me provoca tristeza y demasiada empatía y no estoy ahora para esas cosas. Aunque no siento nada por su protagonista, el Unicornio, porque me es imposible empatizar con ella, sí que conecto muchísimo con los demás personajes, que se me hacen terribe y honestamente reales. Cuando vi la película por primera vez, al principio Molly Grue comenzó dándome lástima, pero cuando ve al Unicornio y dice aquello de "¿Dónde estabas hace 20 años, hace 10, cuando todavía era joven? ¿Cómo te atreves a aparecer ahora cuando ya soy así?" (no es la cita textual, es lo que recuerdo), sentí miedo, quizá porque en ese momento y con la edad que yo tenía, no entendía bien a qué se refería pero algo intuía. Y al verla esta última vez he sentido pena de mí misma y de la vida. Es como asistir a la decadencia de una persona real. No se me ocurre otra forma mejor de describirlo que con la palabra "honestidad", que ya he repetido varias veces.

Ahora que soy mayor que la última vez que me asomé a esta historia y he pasado por más cosas, mi grado de empatía ha aumentado. Por ejemplo al principio no entendía a Haggard... No sabía si estaba loco, era un egoista, estaba aburrido, si era "malo" sin más... Y ahora, en la escena del balcón, cuando se sincera con Amalthea y tiene su gran discurso, lo comprendo demasiado bien. Haggard, pobre diablo, tiene una depresión de tres pares de narices.Y me da pena.

Como decía, el Último Unicornio es triste de principio a fin. Es triste hasta en su tema musical principal, que básicamente viene a describir el fin de los tiempos y la cara de tontos que tendremos cuando nos vayamos todos a la mierda y pensemos "¿qué ha pasado?". Tiene una estrofa que habla de cómo el futuro ya ha pasado sin que nos demos cuenta que te pone los peletes como escarpias. Porque es verdad.

Ay cómo te entiendo Molly...

Y a partir de aquí SPOILERS.

La historia, en la película (porque en el libro pasan más cosas y meten más puñaladas traperas en los sentimientos), comienza con un par de cazadores que se adentran en un bosque y uno de ellos dice que mejor se van con viento fresco, porque en ese bosque hay fijísimo un unicornio, pues siempre tiene buen clima y los animales no se pueden cazar. El otro le contesta que los unicornios no existen, a lo que el amigo le responde que sí y que el de este bosque debe ser el último. Y mientras se van, se gira y suelta una frasaza que no recuerdo exactamente pero que viene a decir algo así como:

"Quédate en tu bosque Unicornio, que la vida fuera de aquí es una puta mierda, sigue cuidando de tu entorno y tus animalicos y escóndete del resto del mundo, porque eres el último".

No me voy a referir más al libro, pero para que veáis que te hace sentir peor, en esta escena el cazador cuénta cómo su abuela le relataba de pequeño el día que vio de joven a un unicornio. Y cómo lloraba ella cuando se lo contaba "porque ya era muy vieja y lloraba por todo lo que le recordaba a su juventud". Y es tan triste como cierto y cualquiera que tenga a su abuela mayor sabe que es la verdad. Y que luego van nuestros padres y luego nosotros. Amigoooooo... mal rollo.

Después de esta escena aparece el Unicornio, que lo ha escuchado todo y le entra la paranoya de si en verdad es el último y por qué. Y en esas está, decidiendo si debe preocuparse o no por el tema, cuando se encuentra con una mariposa a la que reta en plan Crepúsculo: "Si sabes lo que soy, mariposa, entonces di mi nombre", a ver si ciertamente nadie sabe lo que es un unicornio ya. La mariposa, como ser banal y volatil que es, le lía la cabeza con acertijos y rimas sin una respuesta concreta hasta que en un momento de lucidez y con el Unicornio a punto de irse le comenta que un Toro Rojo tiene a todos los de su especie atrapados. "¿Dónde están?" pregunta el unicornio... Y la mariposa se va soltando chorradas, entre ellas las palabras "El rey está en su castillo, contando, contando" (frase mítica en mi interior).

¿Que dónde está el mal rollo de esta escena? Pues en la mariposa. La mariposa, que sólo piensa en viajar, experimentar, aprender rimas y tonterías, me recuerda a la adolescencia que, como ella, tiene una vida tan breve, tan breve... qué penita. Incluso el Unicornio le dice "cuidate mariposa o tu vida terminará mucho antes de lo que toca"... ya ves tú, lo que vive una mariposa... ¿Y qué vivimos las personas en realidad? Ay...

Esta es la edición que tengo yo

El Unicornio finalmente decide salir de su bosque a ver qué ha pasado con los suyos. Y atrás se quedan los animalicos a los que había protegido durante toda su vida de los cazadores y las inclemencias. Ahora se quedan solos y expuestos a la muerte, el frío... son como un símil del paso de la niñez, cuando no te preocupas por grandes cosas, a la vida adulta. O como cuando te vas de casa y te encuentras con tus problemas de adulto y te das cuenta de lo que vale un peine.  Y los dibujan con unas caricas y hacen un movimiento de cabeza mientras el Unicornio se marcha que de verdad te rompe el corazón, porque es la misma carica que se te queda cuando te vas de casa de tus padres... Es un no parar de sentimientos, os lo juro. En fin.

En estas el Unicornio viaja un poco por el mundo hasta que una noche durante un sueño profundo lo atrapa una bruja decrépita llamada Mamá Fortuna para integrarlo en su circo ambulante de criaturas mágicas. La bruja, junto a un esbirro lerder y el mago Schmendrick (que es yiddish, señores), se dedica a encerrar animales viejos, deformes y famélicos y hacer una especie de espejismo para que la gente se crea que son mantícoras, dragones... Todos son falsos menos dos: una verdadera arpía y ahora el Unicornio... Pero los seres humanos están tan ciegos que a esos, a los auténticos, también tiene que echarles purpurina por encima para que los vean como lo que realmente son. Porque los ojos de las personas ya están muertos para ver la magia.

No voy a contar ahora toda la historia, más que nada porque he retomado esta entrada meses después de haberla empezado a escribir y he visto que me estaba alargando demasiado. Quizá otro día lo haga. Sólo diré que la historia tiene una continuación ("Dos corazones") que el autor original escribió décadas después y que si bien es  digna (y triste), tampoco es que me gustara horrores. Quizá si se hubiera desarrollado más, si no estuviera escrita desde el punto de vista y vocabulario de una niña pequeña... quizá, quizá.

En esta segunda parte que paso a spoilearos sin dilación, la trama va de la mano de una niña coñazo y su perro. Resulta que hay una pequeña aldea que con cierta frecuencia es atacada por un grifo que se lleva al ganado y a los niños. La niña, Sooz, que seguramente caerá simpática a la gente normal pero que a mí se me ha hecho cargantísima, decide un día que está hasta las narices de la situación y se marcha en plan road movie en busca del rey, que no es otro que nuestro amigo Lir, que al final de la historia principal reconstruyó el reino y fue un hombre justo como se había prometido. Por el camino Sooz se encuentra con Molly y Schmendrick y los tres (bueno, cuatro con el perro), llegan al castillo de Lir. El pobre hombre está ya muy viejo y claramente con principio de Alzheimer (no lo digo por faltar, es la verdad) y vive un poco en su mundo de vejez y enfermedad mental cuidado con amor por una de sus súbditas.

Sooz y el Rey Lir (no veo al perro)

Después de un tira y afloja entre todos sobre si el rey está apto o no, sobre si cualquier tiempo pasado fue mejor, sobre si el amor es eterno y más cosas, al final Lir emprende la marcha junto a los tres personajes principales (y el perro) para luchar contra el grifo. Encuentran a la bestia, hay una lucha a muerte, el Unicornio aparece en el último momento, Lir y el perro mueren y el Unicornio devuelve la vida al perro. Después hay un diálogo de reflexión y la historia termina. El Unicornio nunca se olvidó de Lir, porque como dijo al final de la primera historia, ya nunca sería como los demás unicornios, porque había sido humana y había amado.

En resumen sí es una buena historia si no te importa que la cuente una niña de nueve años a su modo. Sí tiene pasajes muy bellos (y tristes) y te quita un poco el gusanillo de saber qué pasó con los personajes. Pero no es una gran aventura, sino una especie de epílogo o cierre a una historia (por lo menos la de Lir).

Un saludo y no espero que nadie lea esto, pero si alguien llega a hacerlo, ojalá se haya entretenido un ratito al menos.

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